viernes, 1 de agosto de 2014

DE FIESTA LA IMAGINACIÓN

Así dice una frase de una de las composiciones que interpretaba Vicentico Valdés, cuya autora es la prolífica Marta Valdés. Inspirado en ella es que abrimos este espacio para que aquellos que peinan canas se inspiren y nos manden sus relatos y como decía Gracián, mientras más breves, mejor.

No obstante también pudieran ser un poco más largos, no extremadamente, para ponerlos en varias partes, siempre que valga la pena hacerlo. Nos interesa sobre todo el tema, de ahí que también invitamos a los más jóvenes para que escriban acerca de sus abuelos, padres o algún personaje de su infancia o adolescencia que les haya impresionado, tanto vivos como ya fallecidos.

Este cuento que traemos hoy, para romper la inercia, es de uno de los dos fundadores de este blog y lo ponemos a su consideración. Gracias por la atención.   

El Viejo Felo

AUTOR. EDDY FERNÁNDEZ LLANES

Ya no tengo fiebre ni dolores. La muerte me ha abandonado. Por la tarde me darán el alta. Miro la cama junto a la ventana y la veo vacía.

-¿Dónde estará el viejo Felo? -pregunto a la enfermera que acaba de llegar.

-¿Felo? -¿quién es Felo?

-El viejito desdentado que todos los días me narraba desde su ventana el juego de pelota de los muchachos.

-¿En qué cama estaba ese Felo? -dice la enfermera asombrada.

-En aquella, respondo, indicando hacia el lugar.

-Ahí no ha estado ningún anciano, había un hombre joven que ayer murió, contesta la enfermera con desgano.

-Eso no es posible -pienso mientras recuerdo nítidamente las narraciones beisboleras que fueron un bálsamo en mis horas de peligro.

Por la tarde me dan el alta, bajo del hospital, miro al frente y lo primero que veo es a Felo en un bicitaxi. Le hago señas, y viene hacia mí. Cuando llega, no tengo dudas, es él. Monto, le doy la dirección y  digo:

-¡Oiga!, señor, no se ponga bravo -¿puede decirme cómo se llama usted?

Mientras pedalea, vuelve levemente el rostro y me dice:

-Félix, pero me dicen Felo.

Una alegría extraña me invade y le pregunto:

-¿Usted no estuvo ingresado hace poco en este hospital? 

El viejo para el triciclo, se torna hacia mí, y con una sonrisa en sus encías desnudas dice:

-¡Qué va, hombre, yo no me enfermo nunca!


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