Pedro J. Herrera Echavarría
Una chica de 18 años, rubia, menudita, bailando descalza sobre una mesa, es uno de los recuerdos eróticos de mi memoria setentaañera.
Se trata de una escena de "Y Dios creó a la mujer" y la chica en el improvisado tablao era Brigitte Bardot, que el pasado 28 de septiembre arribó ni más ni menos que a sus ochenta años.
Cuánto de los que sobrevivimos a todos estos años no la recordamos en una forma u otra. La BB, como se le marcó en las décadas 50 y 60, estremeció las pantallas y a los que seguíamos con ojos afiebrados de ansias aquella figurita que llevada de cierta magía nos la hacía ver más apetitosa de lo que físicamente era.
¿Qué tenía la Bardot, me pregunto? Los críticos la califican como un mito desde que decidió tomar una sencilla mesa para poner lelo primero a su coprotagonista Jean Louis Trintignant y después a lo que desde butacas en los cines de nuestras localidades la veíamos en aquellas para nosotros atrevidas escenas.
El tiempo se encargaría de mostrar que las escenas que veríamos después llegarían hasta lo pornográfico en ocasiones, pero ella fue primera, tímida quizás pero convincente sin duda para sombrearnos de rojo la cara.
Pero volviendo a la BB recuerdo que su primera película en Estados Unidos fue junto a Kirk Douglas en un filme titulado "Un acto de amor" y luego hizo otra donde se interpretó a sí misma en "Dear Brigitte" ("Querida Brigitte).
No voy a hacer una relación de sus cintas porque tienen la astronòmica cifra de más de 50 así como también incursionó en la canción.
En la década del 70 se retiró. Tuvo una idea admirable, hacer una fundación para combatir el maltrato a los animales. !Bravo!. Lo peor, nadie es perfecto, fue cuando en la década del 90 hizo declaraciones francamente islamofóbica. !Qué lástima!
No obstante, montandome en mi máquina del tiempo, yo la voy a imaginar siempre acariciando un animalito abandonado o dejandoque sus pies descalzos apoyen rítimicamente sus movimientos de cadera sobre una improvisada mesa convertida en tablao.